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El agua es vital para la salud de las plantas y el buen aspecto de nuestro jardín, Sin embargo, regarlas de forma regular «a mano» es una tarea monótona que nos quita tiempo y que incluso puede llegar a ser molesta. Por suerte, existen los sistemas de riego automático para facilitarnos esta labor.
Este tipo de sistemas de riego nos bridan una forma fácil de proporcionar a las plantas la humedad constante que necesitan para crecer, florecer y mantenerse sanas y con buen aspecto.
Ventajas del riego automático
Tanto si tenemos un jardín grande como uno de dimensiones más modestas, optar por un sistema de riego automático es siempre una buena idea. Además de evitar mojarnos y ensuciarnos a la hora de regar, obtendremos muchas otras ventajas:
- Se instala una sola vez. Después, lo único que se requieren son pequeñas labores de mantenimiento puntuales cuando estas sean necesarias.
- La tarea de instalación es muy sencilla. Lo único que vamos a necesitar es un par de tijeras para cortar las mangueras con la longitud necesaria.
- Para que funcione el sistema, basta con abrir el grifo y dejar el agua fluir. No hace falta manejar rociadores ni arrastrar mangueras.
- Supone un importante ahorro, ya que solamente se consume la cantidad de agua necesaria, ni una gota más.
- Agregando un temporizador al sistema de riego automático, ya no hay que preocuparse por nada más. ¡El jardín se regará solo!
Tipos de sistemas de riego automático
Una vez que nos hemos decidido a instalar uno de estos sistemas de riego, hay que decidir cuál es el más adecuado. Cada jardín es diferente y cuenta con sus propias peculiaridades. Afortunadamente, hay muchos tipos diferentes entre los que escoger:
Por aspersión
El agua cae sobre nuestras plantas en forma de lluvia, rociada por grandes aspersores. Un circuito de tubos, que pueden ir enterrados o en superficie, canalizan el agua hasta los aspersores, que usan la presión para lanzarla de forma homogénea a su alrededor.
Este tipo de riego se utiliza para grandes superficies. Son los más indicados para regar zonas de césped.
Por difusión
Es un tipo de riego similar al riego por aspersión, aunque más desconocido. La diferencia radica en que, en lugar de aspersores, el agua se distribuye mediante pequeños difusores. Estos tienen un alcance más reducido, aunque uniforme, y no realizan movimientos rotativos.
Los difusores son aconsejables para jardines más pequeños o donde crecen plantas más delicadas. Como la presión que necesitan es menor, el impacto sobre ellas es más suave. Otra ventaja de este tipo de riego automático es que según los expertos se puede ahorrar hasta un 30% de agua.
Por goteo
También llamado “riego localizado” o riego «gota a gota». Este es el método de irrigación que mejor aprovecha los recursos hídricos. El agua se distribuye a través de finos tubos por todo el jardín, administrada de forma muy limitada y meticulosa en lugares específicos.
El riego automático por goteo ofrece grandes ventajas. Entre otras cosas, con él se reduce la cantidad de agua que se suele evaporar usando un sistema de riego normal. Además, por sus características es el sistema idóneo para jardines con terrenos irregulares y en pendiente. Se usa mucho para regar macetas en pequeños balcones y en huertos urbanos.
Riego por nebulización
Sin duda el menos conocido de los sistemas de riego automático. Su verdadera utilidad es la de incrementar la humedad relativa en una pequeña zona ajardinada donde, por ejemplo, puede haber plantas tropicales, o en un invernadero. Aunque distinta a las otras, es también una sutil forma de riego. Por eso la incluimos en esta lista.
La idea consiste en dispersar el agua por el aire en forma de finísimas partículas, que forman una especie de niebla. Para conseguirlo, el agua es conducida a través de estrechos orificios; los chorros chocan después con una pared cóncava que distribuyen el agua de forma nebulizada.